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© FEI | 27/12/2024 | Isabel Barreto
Isabel Barreto, la reina de los mares del sur
Barreto se convirtió en la primera mujer almirante, responsable de la travesía más larga surcada en el s XVI por naves españolas
27/12/2024
Son numerosas las dudas que salpican la vida de Isabel Barreto: desde su nacimiento -que unas fuentes sitúan directamente en Lima mientras otras localizan en Pontevedra- hasta su origen familiar -la mayoría concuerda en señalar a Nuño Rodriguez de Barreto y Mariana de Castro, matrimonio acomodado de comerciantes de origen portugués emigrado la Lima, como progenitores-, pasando por su carácter, muchos datos sobre esta mujer están aún en disputa. Lo que queda claro, sin duda, es que su biografía está plagada de hitos.
Isabel Barreto nació en 1567, época marcada por el auge de las exploraciones españolas en la búsqueda de nuevas tierras, riquezas y rutas comerciales. Hacia 1586 se casa con el navegante y descubridor berciano Álvaro de Mendaña, famoso principalmente por sus exploraciones del Océano Pacífico y el hallazgo, para la población europea, de las Islas Salomón, de las que había sido nombrado “adelantado” en 1572.
En 1595, Barreto decide dedicar su dote -40.000 ducados- a financiar una nueva expedición que les permitiera regresar a las islas, en las que se contaba que había montones de oro. La flota, compuesta por cuatro naves y cerca de 400 personas con disposición de establecer colonias en el territorio, partía del puerto del Callao (Perú) el 9 de abril. Durante tres largos meses llenos de dificultades, los navíos trataron de llegar al lugar que Mendaña había encontrado en su primera expedición. Extenuada y casi sin víveres y agua potable, la tripulación avistaba por fin tierra el 21 de julio. Mendaña, sin embargo, pronto se enteró de que aquellas no eran las mismas tierras que había pisado con anterioridad y rápidamente volvieron a embarcar. Ya en septiembre y afrontando terribles condiciones de enfermedad y hambre, la desaparición de uno de los navíos y el inicio de un motín a bordo, llegaban por fin -y sin saberlo- a unas islas parte del archipiélago de las Salomón, a las que Mendaña bautizaría como Santa Cruz.
La expedición trataría de establecer allí su colonia fundando varias ciudades, pero las cosas se complicarían desde el inicio: enfrentamientos con las poblaciones nativas, conflictos entre la tripulación, duras condiciones de vida, enfermedades... y muerte. Tan sólo un mes después de llegar, casi medio centenar de personas habían fallecido, incluido el propio Mendaña.
Antes de morir, Álvaro nombraba a Isabel heredera universal, gobernadora y “adelantada” y a su hermano, Lorenzo Barreto, capitán general. Pero Lorenzo moriría también poco después e Isabel Barreto se convertía entonces en la primera mujer al frente de una expedición naval.
Desde el inicio, Barreto tuvo que afrontar una situación crítica, con la tripulación debilitada por la enfermedad y el hambre y por conflictos internos que amenazaban nuevamente con estallar en un motín. Pero la almirante se mantuvo decidida, asumiendo el mando con firmeza y castigando a quién se rebelaba para evitar el colapso de la expedición. Pedro Fernández de Quirós, piloto mayor de aquella expedición, la describía cómo “de carácter varonil, autoritaria, indómita y despótica”, probablemente no solo tratando de desprestigiarla por el hecho de ser mujer, sino también porque pretendía alcanzar su posición.
Tras abandonar las Islas Santa Cruz, Isabel dirigió la flota hacia Filipinas, por aquel entonces bajo dominio español. El 11 de febrero de 1596, lo que quedaba de la expedición -menos de la mitad de la tripulación original- arribaba con honores en Manila, tras lograr una increíble gesta: recorrer cerca de 20.000 kilómetros, la mayor distancia navegada por la flota española en el s XVI.
Tres meses después de su llegada, Isabel se casaba nuevamente con Fernando de Castro, caballero de la Orden de Santiago y sobrino del gobernador de Filipinas Gómez Pérez Dasmariñas, con el que un año después embarcaría para poner rumbo a Acapulco. En México, Isabel ocupó el cargo de “encomendadora” y su marido fue propuesto gobernador de Filipinas. Sin embargo, Barreto pronto descubriría que el rey Felipe III había anulado sus privilegios sobre las Islas Salomón en favor de Fernández de Quirós, motivo que la llevará la pleitear, sin éxito, ante la Corte española.
Poco más se conoce de los siguientes años de su vida, excepto que moriría probablemente en Perú (donde su marido fue nombrado gobernador de Castrovirreyna) en 1612, con tan sólo 45 años de edad.
Aunque su figura fue parcialmente olvidada en los siglos posteriores y a pesar de que muchos de los detalles de su vida no están del todo claros, la historia de Isabel Barreto ha sido rescatada como un símbolo de valentía, liderazgo y desafío a las normas sociales de su tiempo. Los pocos datos conocidos sobre la primera almirante abren, sin duda, un enorme camino para reflexionar sobre el papel de las mujeres en la historia, pero también sobre cómo este es relatado.
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