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© Bambú | 01/03/2018 | Rodaje Fariña

Fariña, más allá de la ficción

01/03/2018 | Vigo

Llevamos varias semanas oyendo el ‘run-run’ en torno a la serie basada en el ‘libro prohibido’, Fariña. Y finalmente, ayer, se estrenó un avance de lo que podría ser un primer capítulo. Para los que hemos leído el libro, o para aquellas familias que vivieron en primera persona la historia, hay discrepancia en cuanto a la veracidad de personajes y espacios, pero eso es otra historia.


Tras la presentación del capítulo, tuvo lugar un debate, en el que (entre otras personas) participó Carmen Avendaño como madre coraje en representación de las familias que sufrieron las consecuencias de la generación ‘de la droga’, el autor del libro, Nacho Carretero o el ex comisario de la Policía Nacional en Galicia, Enrique León. En el coloquio, moderado por Esther Vaquero se valoró la credibilidad de la serie y el hecho de que el libro haya sido secuestrado. También se analizó la situación real de cómo la droga entró en Galicia, parte del debate en la que Carmen ganó protagonismo.


Pero empezando por el primer punto, el que quizás estuvo más satisfecho con el resultado de la serie no fue otro que el propio autor, quien dijo que había sido “una maravilla. Creo que se captura muy bien la atmósfera gallega”. El juez José Antonio Vázquez Taín apuntó que “España necesita series como ésta que les diga a la gente qué pasó y qué sigue pasando”, sin embargo “se ha quedado corta. Donde se habla de cientos, hay que hablar de miles. El hachís se enviaba por toneladas desde Holanda. No fue tan localista como se muestra, pero es difícil retratar el mundo del narcotráfico si no hay una sentencia que te respalde. Cualquier cosa que no se haya sentenciado en los juzgados, va a suponer una querella”. Pero quizás la más crítica (no sobre este asunto sino durante todo el debate) fue la abogada penalista Bárbara Royo, “Como ficción me parece muy entretenida, otra cosa es si pensamos que hay datos reales o no. En mi opinión no se ajusta a la realidad”.

Otro de los puntos clave del coloquio fue el secuestro del libro, al que la propia penalista razonó: “Si hay datos que no se ajustan a la realidad, lo normal es que haya una demanda y se plantee el secuestro del libro”. Tuvo, en este momento (y dado que Nacho Carretero había acordado con la dirección del programa no hablar de la causa judicial por estar pendiente de sentencia) que salir en su defensa el ex comisario de la UDYCO en Galicia “puede tener inexactitudes en fechas o localizaciones, pero consigue reflejar la realidad de esa época. Parece que estamos hablando de personas que no rompieron un plato y sólo hay que ver sus condenas”.


Después le tocó el turno a Carmen, para que explicara su experiencia, de cómo ella y tantas otras familias afectadas por la lacra de la droga, vivieron los años del auge de los narcos en las costas gallegas. “Fue todo muy dramático y por eso yo me indigno mucho cuando alguien quiere desmitificarlo porque es un tema real y muy crudo en el que hemos participado, desgraciadamente, muchas familias”. “Esa lucha incansable fue clave para obligar tanto a los políticos como a los jueces a una actuación porque todo el mundo cerraba los ojos y nadie decía nada”.


Carmen explica que uno de los grandes problemas en aquellos años fue la desinformación, ya que ni siquiera se sabía que había drogas y a ellos eso les "sonaba a los hippies del año 68". Por ello, defiende que a pesar de educar a sus hijos en valores, solidaridad y respeto, "como cualquier padre de familia", tuvieron que aprender sobre la marcha sobre lo que estaba ocurriendo: "Si era algo desconocido para los adultos, mucho más desconocido iba a ser para nuestros hijos".

En realidad, toda la polémica en torno al libro secuestrado y a la serie, tiene sin duda una repercusión extra televisiva que ha conseguido que cualquier defensor de la libertad de expresión o de un sistema judicial libre e independiente, quiera ver/leer la obra. Y, para nosotras/os, gallegas y gallegos que hemos podido ver el episodio, casi pudimos respirar el aire atlántico de las costas. Y sólo por eso, ya casi merece la pena.
 

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