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Louise Michel, la virgen roja que fue emblema en la Comuna de París

Defendía la lucha de las mujeres por derechos, a la vez que estaba convencida de que solo en alianza con todas y todos los explotados y oprimidos podría conseguir la victoria de sus ideas

24/11/2021

Louise Michel, un referente en la historia del feminismo europeo, nació en la Francia de 1830. Conocida como la "Virgen Roja", el poeta Paul Verlaine la comparó con una Juana de Arco del proletariado.

Incendiaria, chispa y fuego. Louise se refería a su propia vida como la combinación de dos caras en contraste: la de los sueños y el estudio, y la de los eventos. Renegaba explícitamente de los estereotipos de la mujer como el "sexo débil": reivindicaba el papel de soldadas en la primera línea y, por su parte, se sentía orgullosa de haber "pasado por la vida junto a las masas, sin dar esclavos a los Césares". Defendía la lucha de las mujeres por derechos, a la vez que estaba convencida de que solo en alianza con todas y todos los explotados y oprimidos podría conseguir la victoria de sus ideas.

Su nombre está vinculado a la Comuna de París de 1871, en la que mantuvo un papel destacado: conduce ambulancias, impulsa la creación de comedores infantiles, organiza guarderías y recluta mujeres para formar un batallón femenino. Su madre es secuestrada y Louise Michel se entrega para lograr su liberación. En consejo de guerra la condenan al destierro en Nueva Caledonia, un archipiélago de Oceanía bajo dominación francesa.

Su alma inquieta no conoce derrotas y en su nuevo destino, donde permanece por siete años,  rechaza el tratamiento especial que se reservaba a las mujeres y se alía con los habitantes que luchan por la independencia de la colonia. Aprende el idioma de los canacos, funda escuelas y también un periódico.

Gracias a una amnistía, vuelve a París antes de finalizar su destierro. Publica entonces sus  Memorias (1886) con una gran acogida. Son varias las causas sociales que defiende y numerosos los enfrentamientos con la policía que la llevan repetidas veces a la cárcel.  Precisamente, en  la cárcel de Saint-Lazare, sale en defensa de las prostitutas encarceladas y denuncia su condición de víctimas explotadas por la sociedad.

Su legado social es incuestionable. En sus últimos años vivió entre Londres y París, impartió conferencias y continuó publicando: poemas, artículos, obras de teatro, memorias… Como curiosidad, en la Guerra Civil Española, dos batallones de brigadistas  llevaban su nombre, en reconocimiento a su lucha y a toda una vida dedicada a la justicia social.

Creía que el arte, la ciencia y la libertad eran tan imprescindibles para el alma humana como la comida. Murió en su país, tras una enfermedad, en 1905. La despidieron miles de activistas, representantes de sindicatos, grupos de izquierda y asociaciones antirreligiosas, en Francia y otras latitudes.

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